martes, 19 de octubre de 2010

Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Reflexion

Bella imagen nos presenta Jesús de sus discípulos: con la túnica puesta y con las lámparas encendidas. Es decir el discípulo de Jesús debe vivir con entusiasmo, con alegría, con dinamismo. No es un indiferente que se duerme en sus grandezas, no es el que está esperando que todo caiga del cielo, no es el apático que deja que otros resuelvan los problemas. Lleva en su interior fuego y felicidad que debe compartir, por eso siempre estará dispuesto al servicio, a la entrega, al anuncio. Pero… ¿Nos reconocemos en estas actitudes los cristianos? A veces parecemos indolentes, descuidados y sin el entusiasmo de quien vive el evangelio. Las dificultades en el camino de la vida siempre han existido en la historia de la humanidad, pero pareciera que en el pasado las personas tenía en su interior una fortaleza que los impulsaba a actuar con más valentía, decisión y seguridad. Hoy, sobre todo entre los jóvenes, se percibe una especie de desencanto y de aburrimiento que fastidia y cuestiona. Pero aquí están las palabras de Jesús para despertarnos y entusiasmarnos. El discípulo se debe caracterizar por el trabajo, la celebración, la atención y la vigilancia. No es que Jesús pretenda asustarnos con el juicio final o que nos invite a una salvación individualista. Al contrario, pretende llenarnos de su mismo entusiasmo por una misión que tiene en su base la fraternidad y el servicio para la construcción del Reino. El cristiano debería ser el primero que se presentara en las situaciones difíciles de los hermanos en desgracia.

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