domingo, 17 de octubre de 2010

Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”.

Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?”

¡PALABRA DEL SEÑOR! ¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!

Reflexion
Así la parábola describe la situación límite del pueblo que exige justicia a sus dirigentes. No obstante el pueblo no deja de reclamar.
Jesús se sirve de este ejemplo para invitar a los discípulos a afrontar la situación presente. Y dice: “¿Dios no hará justicia a sus elegidos si ellos le gritan día y noche?” Los elegidos hoy son la comunidad cristiana. “Gritar día y noche” es el grito de los oprimidos por el sistema injusto, que claman por un cambio radical – es decir hoy salud, trabajo, remuneración justa, respeto, dignidad, educación.

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